martes, 11 de noviembre de 2008

Goodbye, reality.

La película pretende desmontar una de los mitos más instaurados: “la realidad” es un conjunto de obviedades, de datos objetivos, verdaderos y comunes. Poco a poco se justifica, mediante la enfermedad de la madre del protagonista, que no siempre es así.

La realidad se puede construir, ya no sólo desde la creación de un decorado, y la intromisión de actores de reparto: puede ser más sutil. La realidad puede estar constituida por símbolos, su significado y su integración en el sujeto (observador, normalmente).

Ahora bien, ¿qué significa que determinados símbolos, su semántica y su integración conformen una determinada realidad, y no otra? La realidad, sus rasgos palpables, está sometida a referentes, símbolos en definitiva, que además no son inocuos, ni superficiales, tienen profundidad. Y, por supuesto, los sujetos no son impermeables. De esta forma, si se idea un sistema de símbolos coherente, se puede conseguir una realidad, “de plástico” para su autor, auténtica para aquellos que estén bajo su influjo.

Influjo, y dependencia. Nos sentimos atados a una realidad que, a pesar de no tener bajo control, necesitamos imperiosamente que sea cierta. En el momento que adivinamos mínimamente que el castillo de naipes amenaza con derrumbarse las reacciones son variadas: reintegrar la nueva realidad, negarla o maquillarla. O no asimilarla, que es lo que aparece en la película.

Porque todo aparece en la obra. El riesgo de shock, de no asimilación (del declive del comunismo): la advertencia del médico. La creación de un decorado: la reordenación de la habitación, la grabación de un informativo. La instauración de nuevos símbolos, con nuevo significado: la explicación del papel de la marca coca-cola en el nuevo “teatro”.

Sin embargo, no se trata sólo del making-off de un teatro controlado para una espectadora convaleciente. El hijo mayor, cuando queda con la enfermera en una discoteca gabber de Berlín; los dos hermanos cuando intentan canjear los ahorros de la madre, el hijo y su compañero de trabajo, integrados en un servicio artificial. Todos están bajo la dependencia de un sistema creado artificialmente, institucionalizado en sus propias mentes. Un sistema obvio, objetivo, verdadero, y común.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jajaja, esperemos que a Enric le valga tu comentario... xd

saludos